DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 16 de septiembre de 2020

16 SEPTIEMBRE: Que recuerde que el pecado no existe.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 259


Que recuerde que el pecado no existe.


1. El pecado es el único pensamiento que hace que el objetivo de alcanzar a Dios parezca irrealizable. 2¿Qué otra cosa podría impe­dirnos ver lo obvio, o hacer que lo que es extraño y distorsionado parezca más claro? 3¿Qué otra cosa sino el pecado nos incita al ataque? 4¿Qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente de la culpabilidad y exigir castigo y sufrimiento? 5¿Y qué otra cosa sino el pecado podría ser la fuente del miedo, al eclipsar la creación de Dios y conferirle al amor los atributos del miedo y del ataque?

2. Padre, hoy no quiero ser presa de la locura. 2No tendré miedo del amor ni buscaré refugio en su opuesto. 3Pues el amor no puede tener opuestos. 4Tú eres la Fuente de todo lo que existe. 5Y todo lo que existe sigue estando Contigo, así como Tú con ello.



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

El concepto de pecado incluye la idea de que lo que yo he hecho o pensado o dicho, ha alterado lo que yo soy de manera que no se puede reparar. Pensamos en el pecado no como una mancha de polvo sobre una superficie limpia, sino como una especie de podredumbre seca que se ha establecido en la estructura de nuestro ser.

Cuando Jesús dice que no existe el pecado, está diciendo que nuestras ideas están equivocadas. Nada de lo que hemos hecho ha alterado lo que somos de ninguna manera. La superficie sigue estando sin alterar, y puede limpiarse de manera sencilla. Estamos creados con una capa mental protectora sorprendente. Por debajo de las capas de suciedad, seguimos siendo el santo Hijo de Dios.

Si pensamos en el pecado como lo hacemos normalmente, el objetivo de alcanzar a Dios sigue siendo inalcanzable (1:1). Si lo vemos como Jesús lo ve, podemos ver que el objetivo ya se ha logrado, no es algo a alcanzar, sino algo para celebrar.

Cuando vemos el pecado en otro como podredumbre seca, nos sentimos justificados por nuestros ataques (1:3). Cuando lo vemos como manchas sobre la superficie, nuestro amor responde con un deseo de limpiar la superficie de la mente de nuestro hermano para que muestre la belleza escondida en la suciedad.

Todos somos conscientes de algunos patrones de hábitos de ataques a nosotros mismos. Todos ellos proceden de la sensación de que meremos castigo y sufrimiento porque somos culpables (1:4).No nos meremos la salud, la felicidad y la dicha continua. Pensamos que lo malo está en nosotros, en lugar de estar sobre nosotros.

Cuando hayamos aceptado completamente la verdad de nuestra inocencia, habremos abierto el camino a la abundancia y salud completas. El universo se levanta para apoyarnos, lo bueno fluye continuamente en nuestro camino, pero continuamente lo impedimos porque sin darnos cuenta de ello, pensamos que no nos lo merecemos. Todo esto surge de la creencia en el pecado.

El pecado nos hace tenerle miedo al amor (2:2). Tener miedo al amor es demencial, pero “el pecado es demencia” (L.pII.4.1:1). Si Dios es la Fuente de todo lo que existe, entonces todo lo que existe tiene que ser amor; no puede haber opuestos, ni miedo ni pecado (2:4-5). Recordar que no existe el pecado es aceptar nuestra propia perfecta inocencia, y la perfecta inocencia de todo lo que existe. Y todas las pruebas que vemos que muestran lo contrario es una ilusión inventada por nuestra propia mente.

¿Qué es el pecado? (Parte 9)

L.pII.4.5:1-4

Se nos pregunta: ¿Hasta cuándo vas a seguir jugando el juego infantil del pecado? Eso es todo lo que es, un juego tonto. No una cosa horrorosa y terrible, simplemente mentes poco maduras jugando “juegos peligrosos” (5:2). Pienso que no es coincidencia que en el famoso capítulo bíblico sobre el amor, I Corintios 13, el apóstol Pablo habla de que cuando somos niños, hablamos como niños y actuamos como niños, pero cuando hemos crecido, dejamos “las cosas de niños”. Eso es lo que nos pide la lección que hagamos. Nos pide que crezcamos. El “pecado” es un juego de niños peligroso que hemos estado jugando durante muchísimo tiempo. Ya es hora de dejarlo a un lado y aceptar nuestro papel “maduro” como extensiones del Amor de Dios.

Ya es hora de abandonar estos juguetes. Ya es hora de abandonar toda idea de pecado y de culpa, la idea de que podemos hacer, y hemos hecho, algo que puede cambiar para siempre nuestra naturaleza. Algo que merece eterna condena y castigo. Es hora de mirar a nuestro alrededor y darnos cuenta de que nada, absolutamente nada, de esto existe. El pecado, como una forma de comportamiento humano, no existe. No hay pecados, únicamente errores. No hay nada que no pueda corregirse. No hay nada que pueda privarnos del Amor de Dios. No hay nada que pueda quitarnos nuestra herencia eterna. No hay nada que pueda separarnos del Amor de Dios.

¿Cuándo vas a estar listo para regresar a tu hogar? ¿Hoy quizá?

Hemos abandonado nuestro hogar. Nos hemos alejado porque creíamos que éramos malos y habíamos hecho algo imperdonable. Pero no hay nada que no se pueda perdonar. Es únicamente nuestra propia creencia en el pecado y la culpa lo que nos mantiene aquí, sin hogar. Nuestro hogar nos sigue esperando. Como el hijo de la parábola del hijo pródigo, nos sentamos en la pocilga de cerdos lamentando nuestra pérdida, mientras el Padre observa al final del camino preguntando: “¿Cuándo vas a estar listo para regresar a tu hogar? Yo estoy aquí, sigo amándote. Te estoy esperando”. Hoy, ahora, en este instante santo, nos aquietamos un instante, y vamos a casa.






TEXTO


V. La debilidad y la indefensión


1. ¿Cómo se superan las ilusiones? 2Ciertamente no mediante el uso de la fuerza o de la ira, ni oponiéndose a ellas en modo alguno. 3Se superan dejando simplemente que la razón te diga que las ilusiones contradicen la realidad. 4Las ilusiones se opo­nen a lo que no puede sino ser verdad. 5La oposición procede de ellas, no de la realidad. 6La realidad no se opone a nada. 7Lo que simplemente "es" no necesita defensa ni ofrece ninguna. 8Sólo las ilusiones necesitan defensa debido a su debilidad. 9Mas ¿cómo podría ser difícil recorrer el camino de la verdad cuando la debi­lidad es el único obstáculo? 10Tú eres el fuerte en este aparente conflicto 11y no necesitas ninguna defensa. 12Tampoco deseas nada que necesite defensa, pues cualquier cosa que necesite defensa te debilitará.

2. Examina para qué desea las defensas el ego, 2verás que siempre es para justificar lo que va en contra de la verdad, lo que se esfuma en presencia de la razón y lo que no tiene sentido. 3¿Puede esto acaso estar justificado? 4¿ Qué otra cosa podría ser, sino una invitación a la demencia para que te salve de la verdad? 5¿Y de qué se te salvaría, sino de lo que temes? 6La creencia en el pecado requiere constante defensa, y a un costo exorbitante. 7Es preciso combatir y sacrificar todo lo que el Espíritu Santo te ofrece. 8Pues el pecado está tallado en un bloque que fue arran­cado de tu paz y colocado entre el retorno de ésta y tú.

3. Sin embargo, ¿cómo iba a poder estar la paz tan fragmentada? 2La paz sigue aún intacta, pues no se le ha quitado nada. 3Date cuenta de que tanto los medios como aquello de lo que se compo­nen los sueños perversos no significa nada. 4En realidad tu her­mano y tú estáis unidos y no hay nada que se interponga entre vosotros. 5Puesto que Dios os lleva de la mano, ¿qué podría sepa­rar lo que Él ha unido Consigo Mismo como un solo Ser? 6Es de tu Padre de Quien te quieres defender. 7Sin embargo, sigue siendo imposible excluir el amor. 8Dios descansa contigo serena­mente, sin defensas y en total mansedumbre, pues sólo en esa quietud se encuentra la fuerza y el poder. 9Ahí la debilidad no tiene cabida porque ahí no hay ataque, y, por lo tanto, no hay ilusiones. 10El amor descansa en la certeza. 11Sólo la incertidum­bre se defiende. 12toda incertidumbre no es otra cosa que las dudas que tienes acerca de ti mismo.

4. ¡Cuán débil es el miedo! 2¡Cuán ínfimo e insensato! 3¡Cuán insignificante ante la silenciosa fortaleza de aquellos a quienes el amor ha unido! 4Tal es tu "enemigo": un ratoncillo asustado que pretende enfrentarse al universo. 5¿Qué probabilidades tiene de ganar?. 6¿Sería acaso difícil ignorar sus débiles chillidos que pre­gonan su omnipotencia y quieren ahogar el himno de alabanza al Creador que perpetuamente y cual una sola voz entonan todos los corazones del universo? 7¿Qué es más fuerte, ese ratoncillo o todo lo que Dios creó? 8No es ese ratón lo que te une a tu her­mano, sino la Voluntad de Dios. 9¿Y podría un ratón traicionar a quienes Dios ha unido?

5. ¡Si tan sólo reconocieseis lo poco que se interpone entre voso­tros y la conciencia de vuestra unión! 2No os dejéis engañar por la ilusión de tamaño, espesor, peso, solidez y firmeza de cimien­tos que ello presenta. 3Es verdad que para los ojos físicos parece ser un cuerpo enorme y sólido, y tan inamovible como una mon­taña. Sin embargo, dentro de ti hay una Fuerza que ninguna ilusión puede resistir. 5Este cuerpo tan solo parece ser inamovi­ble, pero esa Fuerza es realmente irresistible. 6¿Qué ocurre, entonces, cuando se encuentran? 7¿Se puede seguir defendiendo la ilusión de inamovilidad por mucho más tiempo contra lo que calladamente la atraviesa y la pasa de largo?

6. Nunca te olvides de que cuando sientes surgir la necesidad de defenderte de algo es que te has identificado a ti mismo con una ilusión. 2Consecuentemente, crees ser débil porque estás solo. 3Ése es el costo de todas las ilusiones. 4No hay ninguna que no esté basada en la creencia de que estás separado; 5ninguna que no pa­rezca interponerse, densa, sólida e inamovible, entre tu hermano y tú; 6ni ninguna que la verdad no pueda pasar por alto felizmente y con tal facilidad, que tienes que quedar convencido de que no es nada, a pesar de lo que pensabas que era. 7Si perdonas a tu her­mano, esto es lo que inevitablemente sucederá. 8Pues es tu renuen­cia a pasar por alto aquello que parece interponerse entre vosotros lo que hace que parezca impenetrable y lo que defiende la ilusión de su inamovilidad.







No hay comentarios:

Publicar un comentario