DESPERTAR AL AMOR

viernes, 18 de septiembre de 2020

18 SEPTIEMBRE: Dios es mi refugio y seguridad.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS



5. ¿Qué es el cuerpo?


1. El cuerpo es una cerca que el Hijo de Dios se imagina haber erigido para separar partes de su Ser de otras partes. 2Cree vivir dentro de esa cerca, para morir a medida que ésta se deteriora y se desmorona. 3Pues cree estar a salvo del amor dentro de ella. 4Al identificarse con lo que considera es su seguridad, cree ser lo que ésta es. 5¿De qué otro modo, si no, podría estar seguro de que permanece dentro del cuerpo, y de que mantiene al amor afuera? 

2. El cuerpo no perdurará. 2Sin embargo, para él eso supone una doble seguridad. 3Pues la temporalidad del Hijo de Dios es la "prueba” de que sus cercas funcionan y de que están llevando a cabo la tarea que su mente les asignó. 4Pues si su unidad aún permaneciese intacta, ¿quién podría atacar y quién podría ser ata­cado? 5¿Quién podría ser el vencedor? 6¿Quién la presa? 7¿Quién podría ser la víctima? 8¿Quién el asesino? 9Y si él no muriese, ¿qué "prueba" habría de que el eterno Hijo de Dios puede ser des­truido?

3. El cuerpo es un sueño. 2Al igual que otros sueños, a veces pa­rece reflejar felicidad, pero puede súbitamente revertir al miedo, la cuna de todos los sueños. 3Pues sólo el amor puede crear de verdad, y la verdad jamás puede temer. 4Hecho para ser temeroso, el cuerpo no puede sino cumplir el propósito que le fue asignado. 5Mas podemos cambiar el propósito que el cuerpo obedece si cambiamos de parecer con respecto a su finalidad.

4. El cuerpo es el medio a través del cual el Hijo de Dios recobra la cordura. 2Aunque el cuerpo fue concebido para condenarlo al infierno para siempre, el objetivo del Cielo ha substituido a la búsqueda del infierno. 3El Hijo de Dios busca la mano de su her­mano para ayudarlo a marchar por la misma senda que él. 4Ahora el cuerpo es santo. 5Ahora su propósito es sanar la misma mente para dar muerte a la cual fue concebido.

5. Te identificarás con lo que pienses que te ha de dar seguridad. 2Sea lo que sea, creerás que ello es lo que tú eres. 3Tu seguridad reside en la verdad, no en las mentiras. 4El amor es tu seguridad. 5El miedo no existe. 6Identifícate con el amor, y estarás a salvo. 7Identifícate con el amor, y estarás en tu morada. 8Identifícate con el amor, y hallarás tu Ser.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 261


Dios es mi refugio y seguridad.


1. Me identificaré con lo que creo es mi refugio y mi seguridad. 2Me veré a mí mismo allí donde percibo mi fuerza y pensaré que vivo dentro de la ciudadela en la que estoy a salvo y en la que no puedo ser atacado. 3No dejes que hoy busque seguridad en el peligro ni que trate de hallar mi paz en ataques asesinos. 4Vivo en Dios. 5En Él encuentro mi refugio y mi fortaleza. 6En Él radica mi Identidad. 7En Él reside la paz eterna. 8Y sólo allí recordaré Quién soy realmente.

2. No dejes que vaya en pos de ídolos, 2Padre mío, pues lo que deseo es estar Contigo en casa. 3Elijo ser tal como Tú me creaste y encontrar al Hijo que Tú creaste como mi. Ser.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Si has leído la página anterior del Libro de Ejercicios acerca de ¿Qué es el Cuerpo?, te habrás dado cuenta de que el último párrafo de la sección dice: “Te identificarás con lo que pienses que te ha de dar seguridad” (L.pII.5.5:1). Este pensamiento vuelve a aparecer al comienzo de esta lección: “Me identificaré con lo que creo es mi refugio y mi seguridad” (1:1). Por ejemplo, si tenemos un hogar en el que nos sentimos a salvo y seguros, nos identificaremos con ese hogar. Lo que nos hace sentirnos a salvo se convierte en parte de nuestra identidad. Si la relación es lo bastante fuerte, se volverá realmente nuestra identidad en nuestra mente. Empezamos a ver nuestra “ciudadela” (1:2) de seguridad como una parte fundamental de nosotros mismos. “Me veré a mí mismo allí donde percibo mi fuerza” (1:2).

Esto es lo que hemos hecho con nuestro cuerpo. Equivocadamente vemos nuestro cuerpo como lo que nos mantiene a salvo (“a salvo del amor”, realmente, ver L.pII.5.1:1-3). El cuerpo se convierte en lo que protegemos de Dios, o del conflicto dentro de nuestra mente entre el amor y el miedo: tú “…llegas a la conclusión de que tú eres tu cuerpo, en un intento de escapar del conflicto que tú mismo habías provocado” (T.3.IV.6:3). Al ver el cuerpo como lo que me mantiene a salvo, me identifico con él y percibo a mi “ser” como existiendo dentro de él. También percibo a mi identidad como ego individual de la misma manera. Me protege de “perderme a mi mismo” en la unidad que alienta el amor. Por ello, apoyo mi sensación de “peligro” e incluso me meto en “ataques asesinos” (1:3) porque estas cosas parecen proteger mi individualidad de los avances de otros “seres”. La misma dinámica se refleja en el mundo, en personas e incluso naciones que atacan a otros violentamente, justificando que sólo están buscando proteger su propia paz. Está a la vista que esta postura se contradice a sí misma. ¿Cómo puedo “buscar seguridad en el peligro” o “tratar de hallar mi paz en ataques asesinos”? (1:3)

Nuestra verdadera seguridad está en Dios. “Vivo en Dios” y no en mi cuerpo ni en mi ego (1:4).

En Él encuentro mi refugio y mi fortaleza. En Él radica mi Identidad. (1:5-6)

Para saber que esto es verdad, tenemos que abandonar los pensamientos que nos identifican con nuestro cuerpo y con nuestro ego, y tenemos que empezar a renunciar al ataque como un modo de vida y de protección. El ataque no protege al Ser, protege al ego: el falso ser. El ataque protege al miedo, al caos y al conflicto. Por lo tanto, el único modo de encontrar de verdad la paz y de encontrar “Quien soy realmente” es poner fin a nuestra protección del falso ser, y recordar que nuestra verdadera paz eterna se encuentra únicamente en Dios (1:7-8).



¿Qué es el cuerpo? (Parte 1)

L.pII.5.1:1-3

¿Qué es el cuerpo? ¿Quién, fuera del Curso, habría contestado como lo hace este párrafo? “El cuerpo es una cerca que el Hijo de Dios se imagina haber erigido para separar partes de su Ser de otras partes” (1:1). El cuerpo es una cerca. ¡Qué idea más extraña es ésta! (Es una idea que se amplia en “El Pequeño Jardín” (T.18.VIII)). Su propósito (la razón por la que el ego lo hizo) es mantener algo afuera, separar partes de mi Ser de otras partes. El cuerpo es un instrumento de división y separación, por eso lo hicimos. Es un instrumento diseñado para protegernos de la totalidad. Mi cuerpo me separa y me diferencia de los otros “seres” que caminan sobre este mundo dentro de otros cuerpos.

Pensamos que vivimos “dentro de esta cerca”, es decir, en el cuerpo. ¿Hay alguien que pueda negar que es así como se plantea la vida, la suposición fundamental detrás de cada una de sus acciones? Pensamos que vivimos en el cuerpo, y pensamos que cuando el cuerpo se deteriora y se desmorona, morimos (1:2). La muerte del cuerpo produce mucho miedo. Cuando nuestro amigo cuadraplégico, Allan Greene, todavía era nuestro vecino, con sólo una pierna y brazos atrofiados, con los dedos de la mano negros, consumidos y sin vida, a la mayoría de las personas les resultaba profundamente inquietante encontrarse con él (aunque de algún modo, en su presencia, muchos de nosotros superamos ese malestar debido a su consciencia de no ser aquel cuerpo). ¿Por qué generalmente sentimos ese malestar ante personas desfiguradas, mutiladas, o moribundas? Una razón es que saca nuestros propios y enterrados miedos al deterioro de nuestro propio cuerpo, y detrás de todo eso, el miedo a la muerte misma.

El Curso nos lleva a una nueva consciencia de un Ser que no vive en un cuerpo, un Ser que no muere cuando el cuerpo se deteriora y desmorona. Nos lleva a separarnos de nuestra identificación con este ser limitado y corporal, y a reforzar nuestra sensación de identidad con el Ser que no tiene cuerpo.

¿Por qué nuestro ego ha hecho el cuerpo como una cerca? ¿Qué mantiene la cerca fuera? Sorprendentemente, lo que mantiene afuera es al amor. “Pues cree estar a salvo del amor dentro de ella” (1:3). ¿Por qué queremos mantener al amor fuera? ¿Por qué creímos necesitar algo para mantenernos “a salvo” del amor? El Amor deja entrar a todas las partes de nuestro Ser que estamos intentando mantener fuera. El Amor destruye nuestra ilusión de separación. El Amor entiende que no somos esta cosa limitada que creemos ser, y que nuestros hermanos son parte de nosotros, se extiende continuamente, dando y recibiendo, como una fuerza magnética que atrae y junta de nuevo todas las partes separadas del Ser.

¿Has sentido alguna vez, en un momento de intenso amor por otra persona, una oleada de miedo? ¿Has sentido alguna vez como si estuvieses a punto de perderte a ti mismo si te entregabas a este amor? Ese sentimiento te da una pista del lamentable miedo que el ego le tiene al amor. El ego quiere que busques el amor (porque sabes que lo necesitas y lo quieres) para tenerte contento (y atrapado), pero quiere que no lo encuentres nunca. El Amor representa la pérdida de la identidad del ego. Para el ego, eso es la muerte. Y por eso se inventa el cuerpo para mantener al amor fuera, como un medio de conservar nuestra sensación de separación.









TEXTO


10De tu aprendizaje depende el bienestar del mundo. 2Y es sólo la arrogancia lo que negaría el poder de tu voluntad. 3¿Crees acaso que la Voluntad de Dios es impotente? 4¿Es a eso a lo que llamas humildad? 5No te das cuenta de lo que esta creencia ha ocasionado. 6Te consideras a ti mismo vulnerable, débil, fácil de destruir y a merced de innumerables agresores mucho más fuer­tes que tú. 7Examinemos detenidamente cómo fue que surgió este error, pues en él yace enterrada la pesada ancla que parece man­tener vigente, inamovible y sólido como una roca el temor a Dios. 8Y mientras esa creencia perdure, así parecerá ser.

11. ¿Quién puede atacar al Hijo de Dios y no atacar a su Padre? 2¿Cómo iba a ser el Hijo de Dios débil, frágil y fácil de destruir a menos que su Padre también lo fuese? 3¿No te das cuenta de que cada pecado y cada condenación que percibes y justificas es un ataque contra tu Padre? 4Por eso es por lo que el ataque no ha tenido lugar ni puede ser real. 5No te percatas de que ésa ha sido tu intención porque crees que el Padre y el Hijo están separados. 6Y no puedes sino pensar que están separados, debido al miedo. 7Pues parece menos arriesgado atacar a otro o atacarte a ti mismo que atacar al gran Creador del universo, Cuyo poder conoces.

12. Si fueses uno con Dios y reconocieses esa unidad, sabrías que Su poder te pertenece. 2Mas no podrás recordar esto mientras creas que el ataque, de la clase que sea, tiene sentido. 3Ninguna clase de ataque está justificado porque no tiene sentido. 4De la única manera en que el ataque se podría justificar es si tú y tu hermano estuvieseis realmente separados el uno del otro, y todo el mundo estuviese separado del Creador. 5Pues sólo entonces sería posible atacar una parte de la creación sin atacarla a toda ella; atacar al Hijo sin atacar al Padre; atacar a otro sin atacarte a ti mismo o herirte a ti mismo sin que otro sufriese dolor. 6Sin embargo, no te quieres deshacer de esa creencia. 7Mas ¿dónde reside su valor, sino en el deseo de poder atacar impunemente? 8El ataque no es ni peligroso ni inocuo. 9Sencillamente es imposi­ble. 10esto es así porque el universo es uno. 11No elegirías atacar su realidad si no fuese porque para poder verlo separado de su hacedor es esencial atacar. 12así parece como si el amor pudiese atacar y volverse temible.

13. Sólo los que son diferentes pueden atacar. 2de ahí deduces que porque puedes atacar, debes ser diferente de tu hermano. 3Sin embargo, el Espíritu Santo explica esto de otra manera. 4No pue­des atacar precisamente porque no eres diferente de tu hermano. 5Cualquiera de esas dos posturas es una conclusión lógica. 6Cual­quiera de ellas puede ser aceptada, pero no ambas. 7La única pregunta que necesita contestarse a fin de decidir cuál de las dos es verdad, es si en realidad tú eres diferente de tu hermano. 8Desde el punto de vista de lo que entiendes parece que lo eres, y, por lo tanto, que puedes atacar. 9De ambas alternativas, ésta parece la más natural y la más afín a tu experiencia. 10Por eso es necesario que tengas otras experiencias, más afines a la verdad, para enseñarte lo que en realidad es natural y verdadero.

14. Esa es la función de tu relación santa. 2Pues lo que uno de vosotros piense, el otro lo experimentará con él. 3¿Qué puede querer decir esto, sino que tu mente y la mente de tu hermano son una? 4No veas con temor este feliz hecho ni pienses que con ello se te impone una pesada carga. 5Pues cuando lo hayas acep­tado de buen grado, te darás cuenta de que vuestra relación es un reflejo de la unión que existe entre el Creador y Su Hijo. 6Entre las mentes amorosas no hay separación. 7Y cada pensamiento que una de ellas tiene le brinda felicidad a la otra porque es la misma mente. 8La dicha es ilimitada porque cada pensamiento de amor radiante extiende su ser y crea más de sí mismo. 9En él no tienen cabida las diferencias, pues todo pensamiento es como él mismo.

15. La luz que os une brilla a través del universo, y puesto que os une, hace que seáis uno con vuestro Creador. 2en Él converge toda la creación. 3¿Lamentarías no poder sentir miedo solo, cuando tu relación te puede enseñar que el poder del amor reside en ella, haciendo así que el miedo sea imposible? 4No intentes conservar un poco del ego junto con este regalo. 5Pues se te dio para que lo usaras, no para que lo ocultases. 6Aquello que te enseña que no os podéis separar niega al ego. 7Deja que la verdad decida si tú y tu hermano sois diferentes o iguales, y que te enseñe cuál de estas dos posibilidades es verdad.

























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