DESPERTAR AL AMOR

domingo, 6 de septiembre de 2020

6 SEPTIEMBRE: El perdón pone fin a todo sufrimiento y a toda sensación de pérdida.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 249

El perdón pone fin a todo sufrimiento y a toda sensación de pérdida.



1. El perdón nos ofrece un cuadro de un mundo en el que ya no hay sufrimiento, es imposible perder y la ira no tiene sentido. 2El ataque ha desaparecido y a la locura le ha llegado su fin. 3¿Qué sufrimiento podría concebirse ahora? 4¿En qué pérdida se podría incurrir? 5El mundo se convierte en un remanso de dicha, abun­dancia, caridad y generosidad sin fin. 6Se asemeja tanto al Cielo ahora, que se transforma en un instante en la luz que refleja. 7Y así, la jornada que el Hijo de Dios emprendió ha culminado en la misma luz de la que él emanó.

2. Padre, queremos devolverte nuestras mentes. 2Las hemos traicionado, sumido en la amargura y atemorizado con pensamientos de violencia y muerte. 3Ahora queremos descansar nuevamente en Ti, tal como Tú nos creaste.



Instrucciones para la práctica

Una vez al mes durante la Segunda Parte, introduciré este recordatorio de repasar las instrucciones de la práctica. Recuerda, estas instrucciones exponen con detalle las costumbres o hábitos de la práctica diaria que el Libro de Ejercicios está intentando ayudarnos a formar. Si no creas estas costumbres o hábitos, te pierdes lo principal de todo el programa de entrenamiento.

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

No perdonar es doloroso. Hay una tensión, una dureza, una coraza en el corazón. Duele expulsar a alguien de mi corazón. El perdón pone fin a ese sufrimiento, a ese dolor, a esa pérdida, a esa soledad.

No es tan fácil creer que el perdón pone fin a todo sufrimiento y a toda pérdida. Todavía parece que parte de mi dolor no está relacionado con la falta de perdón, sin embargo lo está, todo ello.

Es cierto que no parece que todo pesar no sea más que una falta de perdón. No obstante, eso es lo que en cada caso se encuentra tras la forma (L.193.4:1-2).

Si no sufro ni siento ninguna pérdida, si perdono tal como dice el Curso que lo haga, y veo que no hubo pecado, que no fui herido, y que no he perdido nada, entonces, “la ira no tiene sentido” (1:1). Si no hay ira, no hay ataque. Si todas nuestras mentes aceptasen el perdón (recibir el perdón así como darlo), no habría sufrimiento ni pérdida.

El mundo se convierte en un remanso de dicha, abundancia, caridad y generosidad sin fin (1:5).

Así es como veré el mundo cuando lo contemple con los ojos de Cristo. Incluso cuando estaba siendo crucificado, Jesús vio el mundo de esta manera, y su corazón estaba lleno de “caridad y generosidad sin fin” hacia aquellos que le condenaron y le clavaron los clavos.

Ver el “mundo real” no significa que de repente todos a nuestro alrededor se transformen en seres angelicales. Jesús vio el mundo real y, sin embargo, fue crucificado. Pero ¡él no sufrió, ni sintió ninguna pérdida! Él ya no se identificaba con su cuerpo, sabía que el cuerpo no podía morir porque nunca estuvo vivo, así que no estaba perdiendo su vida. Del mismo modo para nosotros, alcanzar el mundo real por medio del perdón no significa que toda nuestra vida se transforme en un camino sembrado de rosas hasta la gloria. Puede haber resistencia. Puede que haya quien quiera hacernos daño. Nuestro cuerpo puede enfermar. Nuestros seres amados morirán, se robarán coches, se incendiarán las casas, se perderán trabajos. La mente que ha sanado no verá pérdida, ni sentirá sufrimiento, sabiendo que “nada real puede ser amenazado” (T.In.2:2).

Creo que cuantas más mentes acepten el perdón, el reflejo físico de esas mentes cambiará también, volviéndose más pacíficas, más amorosas, más abundantes, más llenas de ternura y caridad. Sin embargo, el cambio del reflejo físico es un efecto secundario, no es el objetivo. El objetivo es devolverle nuestra mente a Dios.

Cuando nuestra mente ha alcanzado esa percepción verdadera elevada, el Cielo está muy cerca. El mundo “se transforma en un instante en la luz que refleja” (1:6).
Que hoy le devuelva mi mente a Dios. Que me libere de la amargura, y que calme mi mente de sus miedos, de su violencia y muerte. Que hoy descanse en Dios. Que perdone todo lo que parece desearme daño y, al hacerlo así, me libere a mí mismo de todo sufrimiento. Que hoy me libre de todo sufrimiento. Que hoy esté en paz.

¿Qué es el mundo? (Parte 9)

L.pII.3:5:1-2

Aunque el Curso dice: “el mundo es una percepción falsa” (1:1), el Curso no desprecia al mundo. Al contrario, Jesús nos pide: “No nos quedemos tranquilos hasta que el mundo se haya unido a nuestra nueva percepción” (5:1). No le damos la espalda al mundo, no nos sacudimos el polvo de los pies y nos alejamos. Ciertamente, no podemos hacer eso aunque lo deseáramos, porque el mundo es parte de nosotros mismos, nuestra culpa, las partes de nosotros que hemos rechazado, proyectado fuera y dado forma. Si voy a salvarme, el mundo tiene que salvarse, porque el mundo soy yo mismo.

La salvación, para ser salvación, tiene que ser completa. Nada puede dejarse fuera de ella. “No nos demos por satisfechos hasta que el perdón sea total” (5:2). Se nos pide que no nos quedemos contentos y satisfechos con nuestra salvación individual. La “salvación individual” es una contradicción, un imposible. La separación es el infierno, la salvación es la unidad. ¿Cómo puedo yo salvarme, separado de ti, si la salvación es el fin de la separación?

Hay una tendencia entre los estudiantes del Curso, especialmente con eso de que es un “curso de auto-estudio”, de volverse introvertidos y de ocuparse de su propio desarrollo espiritual, y bastante indiferentes hacia llevar al resto del mundo a unirse a nuestra percepción cambiada. Algo a lo que se le da muchísima importancia a lo largo del Curso, pero que parece perderse de vista en el camino, es la idea de que se nos pide salvar al mundo. “Oh, ¿no es eso hacer real a la ilusión? ¿No es una traición a la enseñanza no-dualista del Curso decir que nuestra tarea es llevar luz a la oscuridad? ¿No llevamos nuestra oscuridad a la luz?” Jesús no parece pensar que una excluye a la otra. Lee estas dos frases de nuevo. O escucha estas palabras del Texto:

Tú que eres ahora el portador de la salvación, tienes la función de llevar la luz a la oscuridad. La oscuridad en ti se llevó ante la luz. Lleva esa luz ahora a la oscuridad, desde el instante santo a donde llevaste tu oscuridad. (T.18.III.7:1-3)

Una y otra vez el Curso señala que no podemos tener certeza, que no podemos reconocer completamente la verdad en nosotros hasta que la compartimos con otros, “Al dar es como reconoces que has recibido” (L.159.1:7). Darle la espalda al mundo es dejar sin sanar la falta de perdón en nuestra mente. Nuestra tarea no es predicar al mundo, ni discutir para que esté de acuerdo con nosotros, ni “convertir” a nadie. Nuestra tarea es perdonar al mundo, abrir nuestro corazón al mundo con amor. Es borrar la culpa de todas las mentes a través de nuestro perdón. Con nuestros pensamientos, palabras, y hechos, comunicar el mensaje que el Curso dice que es su objetivo central:

“El Hijo de Dios es inocente” (T.13.I.5:1, M.1.3:5, M.27.7:8).

En este programa de estudios no hay conflictos, pues sólo tiene un objetivo, no importa cómo se enseñe. Todo esfuerzo que se haga en su favor se le ofrece a la eterna gloria de Dios y de Su creación con el solo propósito de liberar de la culpabilidad. Y cada enseñanza que apunte en esa dirección apunta directamente al Cielo y a la paz de Dios. (T.14.V.6:3-5)

Y se nos pide que no nos quedemos contentos ni satisfechos hasta que el perdón sea completo, y se haya quitado toda culpa de cada mente atormentada.



No hay comentarios:

Publicar un comentario