DESPERTAR AL AMOR

domingo, 20 de septiembre de 2020

20 SEPTIEMBRE: Mi santa visión ve la pureza de todas las cosas.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 263


Mi santa visión ve la pureza de todas las cosas.


1. Padre, Tu Mente creó todo cuanto existe, Tu Espíritu se adentró en ello y Tu Amor le infundió vida. 2¿Y voy yo acaso a contemplar lo que Tú creaste como si en ello pudiese anidar el pecado? 3No quiero percibir imágenes tan tenebrosas y atemorizantes. 4Es imposible que yo pueda preferir el sueño de un loco a toda la hermosura con la que tú bendijiste la creación; a toda su pureza y dicha, así como a su eterna y serena morada en Ti.


2. Y mientras todavía nos encontremos ante las puertas del Cielo, contemplemos todo cuanto veamos a través de una visión santa y de los ojos de Cristo. 2Permite que todas las apariencias nos parez­can puras, para que podamos pasarlas de largo con inocencia, y dirigirnos juntos a la casa de nuestro Padre como hermanos y como los santos Hijos de Dios que somos.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Esta lección es acerca de ver todas las cosas tal como Dios las creó: sin pecado, inocentes y puras. Su Mente creó todo lo que existe, Su Espíritu se adentró en ello, y Su Amor le dio vida (1:1). Al principio, ver las cosas de esta manera tiene que ser una elección consciente, porque hemos entrenado a nuestra mente a ver las cosas justo al contrario. Hemos aprendido a juzgar. Clasificamos, las examinamos en una escala del 1 al 10, e intentamos decidir si es algo o alguien que queremos acercar o alejar de nosotros. Hemos entrenado a nuestra mente a hacerlo así desde que nacimos, y probablemente en muchas vidas anteriores. Por eso, tiene que ser una elección consciente decir: “No. Elijo ver esto como puro. No damos importancia a nuestras valoraciones y en lugar de ello elegimos aceptar el juicio del Espíritu Santo.

Finalmente, muy a largo plazo, entrenaremos nuestra mente de otra manera. La elección de ver pureza será cada vez más frecuente y automática. Los pensamientos de juicio probablemente seguirán estando ahí siempre, desapareciendo lentamente hasta que abandonemos este mundo completamente, pero al final la elección de ver pureza se volverá cada vez más una forma de pensar, en lugar de una elección consciente. Las repeticiones frecuentes y constantes acelerarán el proceso.


¿Qué es el cuerpo? (Parte 3)

L.pII.5.2:1-4

El cuerpo es pasajero. No durará (2:1). El salmista bíblico comparó la vida de un hombre con la hierba, tan corta como una flor en el campo, y que desaparece rápidamente (Salmo 103:15). Nuestra naturaleza pasajera está cerca de la superficie de toda mente, como me lo recordaron anoche en un restaurante, cuando alguien entró y saludó al propietario con: “¿Qué tal la vida?”

Él respondió: “Demasiado corta”.

Se podría pensar que lo corto de la vida física podría alertarnos de inmediato del engaño del intento del ego de que encontremos seguridad en el cuerpo, pero rápidamente el ego deforma lo corto de la vida en algo a su favor. El ego quiere demostrar la separación. ¿Y qué separa más que la muerte física? Así que lo corto de la vida “demuestra” que la cerca funciona, estamos separados unos de otros y de Dios (2:3). Inventamos el cuerpo para manifestar la separación y ¡quién lo iba a decir! Lo hace. Un cuerpo puede atacar a otro y matarlo. Siguiendo la lógica del ego, si fuéramos uno, matar sería imposible (2:4). El ego es un maestro de los razonamientos falsos.

Hay un argumento magnífico en el Capítulo 13 del Texto. Allí dice:

Pues crees que el ataque es tu realidad, y que tu destrucción es la prueba final de que tenías razón. Incluso la vida previa a la que la muerte parece señalar, habría sido inútil si tan sólo hubiese desembocado en la muerte y necesitase de ésta para probar que existió. (T.13.IV.2:5,3:3)

Si vas a morir para demostrar que tenías razón (que la separación existe), ¿no preferirías estar equivocado y vivir? Y aunque no sabes lo que es el Cielo, ¿no sería éste más deseable que la muerte? (T.13.IV.3:6). Gran parte de nuestro miedo a abandonar nuestra identificación con el cuerpo está precisamente en esto; tenemos miedo de que se nos demuestre que estamos equivocados. Si estamos equivocados en esto, la mayor parte de los esfuerzos de nuestra vida han sido inútiles. Nos hemos volcado completamente en algo que, en muy poco tiempo, será únicamente polvo. El Curso nos pide que nos demos cuenta de la inutilidad de todo esto y que miremos a nuestro alrededor y preguntemos: “¿Hay quizá alguna otra cosa que merezca todo este esfuerzo?” Y lo hay.



No hay comentarios:

Publicar un comentario